Trauma

El trauma es una experiencia emocionalmente abrumadora que deja una profunda huella en la mente y el cuerpo de una persona. Puede surgir de eventos como accidentes graves, abuso físico o emocional, violencia, desastres naturales o situaciones de guerra. El impacto del trauma puede manifestarse de diversas formas, como trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad, depresión, dificultades para regular emociones, pesadillas o recuerdos intrusivos.

El trauma afecta la percepción del mundo y de uno mismo, generando sentimientos de indefensión, desconfianza y miedo. Puede interferir en las relaciones interpersonales, el rendimiento laboral y la calidad de vida en general. La recuperación del trauma suele requerir apoyo profesional, terapia y tiempo para procesar y sanar las heridas emocionales. Es importante comprender que el trauma es una experiencia compleja y única para cada individuo, y que es necesario llevar a cabo un tratamiento adecuado y específico para sanarlo, con abordajes terapéuticos de 3ª generación como EMDR o IFS.

  • Recuerdos intrusivos del evento traumático, pesadillas.
  • Ansiedad y ataques de pánico.
  • Sudoración.
  • Palpitaciones.
  • Sensación de peligro inminente.
  • Hipersensibilidad emocional.
  • Irritabilidad y cambios de humor.
  • Sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza.
  • Fatiga.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Cambios en el apetito y el sueño.
  • Problemas para confiar en los demás.
  • Evitar situaciones sociales.
  • Sentirse desconectado.
  • Pérdida de interés en actividades previamente disfrutadas.
  • Reacciones exageradas a estímulos cotidianos.
  • Sensibilidad excesiva a estímulos sensoriales.
  • «Tengo la culpa de lo que ocurrió.»
  • «Lo podría haber evitado si hubiera actuado de manera diferente.»
  • «Siento vergüenza por lo que le sucedió.»
  • «No puedo confiar en los demás para buscar apoyo.»
  • «Siento mucho miedo en situaciones cotidianas.»
  • «Anticipo constantemente el peor escenario posible en diferentes circunstancias.»

Si se trata a tiempo evitaremos ...

  • Desarrollo de trastornos mentales graves (estrés postraumático, depresión o ansiedad crónica).
  • Aislamiento social o relaciones poco saludables
  • Bajo rendimiento laboral, académico.
  • Dificultades para desarrollar actividades cotidianas.
  • Abuso de sustancias tóxicas.
  • Comportamientos autolesivos.
  • Impulsividad y conflictividad social.
  • Dolores crónicos, trastornos del sueño o problemas gastrointestinales.

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